He reunido mis sueños en un aire de plata
entre el oro y el azur
y los he envuelto suavemente y los he dejado allí,
mis sueños enjoyados de ti.
Había tenido la esperanza de erigir un puente arco iris
que uniera el cielo y la tierra
y sembrar en este planeta enano danzante
los aires del infinito.
Mas nuestros sueños eran demasiado radiantes y lejanos
demasiado frágil su etérea sustancia;
nuestra luz demasiado súbita y espléndida no pudo mantenerse;
las raíces no eran lo bastante profundas.
El que ha de traer los cielos aquí
debe él mismo bajar hasta la arcilla,
la carga de natura terrena llevar
y seguir la dolorosa vía.
Constriñendo mi divinidad he descendido
a esta sórdida tierra,
ignorante, esforzado, convertido en humano
entre las puertas del nacimiento y de la muerte.
He cavado profundo mucho tiempo
en medio de un horror de inmundicia y lodo
un lecho para la canción de un río de oro,
una morada para el fuego inmortal.
En la noche de la Materia he penado y laborado
para traer el fuego al hombre;
pero el odio del infierno y la malicia humana
son mi recompensa desde que el mundo ha comenzado.
Porque la mente del hombre es víctima de su yo animal;
con la esperanza de vencer sus apetitos,
alberga en su interior un Elfo monstruoso
enamorado del dolor y del pecado.
Al Elfo gris le repugna la llama celeste
y todas las cosas felices y puras;
solo por placer y pasión y sufrimiento
su drama puede durar.
Todo alrededor es oscuridad y discordia;
pues las luces que los hombres llaman soles
no son más que destellos incipientes sobre esta incierta vida
proyectados por los inmortales.
El hombre enciende sus pequeñas antorchas de esperanza
que conducen a una orilla que se hunde;
un fragmento de la Verdad es su horizonte más vasto,
un albergue su peregrinaje.
Temen y niegan los humanos la Verdad de las verdades,
rehúsan la Luz de las luces;
a dioses ignorantes eleven su plegaria
o de un demonio erigen el altar.
Todo lo que se había hallado debe buscarse otra vez,
cada enemigo abatido renace,
la batalla se libra y relibra sin fin
a través de un horizonte de vidas estériles.
Mis heridas abiertas son más de cien mil
y los reyes de los Titanes me asaltan,
pero no podré descansar hasta que mi misión esté cumplida
y ejecutada la Voluntad eterna.
¡Cómo se mofan y ríen los diablos y los hombres!
“Tu esperanza es la testa de la Quimera
que pinta el cielo con su tinte de fuego;
sucumbirás y tu obra se extinguirá”.
“¿Quién eres tu que hablas de bienestar celestial
y de gozo y de espacios áureos
a nosotros, huérfanos abandonados sobre inconscientes mares
y al férreo sino de la vida encadenados?”
“Esta es nuestra tierra, un ámbito de la Noche
para nuestros nimios fuegos fluctuantes.
¿Cómo podría ella tolerar la sagrada Luz
o soportar los deseos de un dios?”
“¡Vamos, acabemos con él, pongamos fin a su intento!
Nuestros corazones entonces serán liberados
de la carga y la llamada de su gloria y de su fuerza
y del freno de su blanca y vasta paz”
Pero el dios está aquí en mi pecho mortal
en lucha contra el error y el hado,
abriendo un camino a través de la escoria y el cieno
para el inefable Inmaculado.
Una voz exclamó:”¡Ve adonde nadie ha ido!
Cava más hondo, más hondo todavía
hasta que llegues a la piedra angular siniestra
y llames a la puerta-sin-llave”.
Yo vi la falsedad profundamente implantada
en la raíz misma de las cosas
donde la Esfinge gris custodia el sueño enigmático de Dios
sobre las alas extendidas del Dragón.
Abandoné los dioses superficiales de la mente
y los mares insatisfechos de la vida
y me sumergí a través de los ciegos senderos del cuerpo
en los misterios abismales.
He excavado el corazón formidable de la Tierra muda
y oído la campana de su misa negra.
He visto la fuente de donde sus agonías surgen
y la razón secreta del infierno.
Encima de mi suenan plañideros los susurros del dragón
y revolotean las voces de los duendes;
he penetrado en el Vacío donde nació el Pensamiento,
he andado por el pozo sin fondo.
Mis pies han hollado un tramo desesperado
armados de una inmensa paz,
portando los rayos del esplendor de Dios
al abismo humano.
El, que soy yo, estaba todavía conmigo;
todos los velos ahora se rasgan.
He oído Su voz y asumido Su voluntad
en mi vasta frente impasible.
La laguna entre los abismos y las alturas se ha cubierto
y las áureas aguas se derraman
por la montaña-zafiro coronada de arco iris
y centellean de una a otra orilla.
El fuego del cielo ha prendido en al seno de la tierra
y arden aquí los soles inmortales;
por una grieta prodigiosa en las fronteras del nacimiento
los espíritus encarnados aspiran
cual llamas a los reinos de la Ventura y la Verdad:
bajando por una escalera rojo-áurea
los radiantes hijos del paraíso van
proclamando el fin de las tinieblas.
Un poco más y las puertas de la vida nueva
serán talladas en luz de plata
con su dorada bóveda y sus suelos de mosaico
en un mundo vasto, desnudo y resplandeciente.
Dejaré mis sueños en su aire de plata,
porque bajo un ropaje de oro y azur
se moverá sobre la tierra, encarnada y pura,
la verdad viviente de ti.
Sri Aurobindo 1935-36 en «Poemas de Sri Aurobindo». Edición bilingüe. Fundación Centro Sri Aurobindo. Barcelona.