“…difícil es persuadir del cambio a la naturaleza de la Tierra;

la mortalidad soporta mal el toque de lo eterno:

teme la pura divina intolerancia de este asalto de éter y fuego;

murmura de su felicidad carente de tristeza,

casi con odio rechaza la luz que trae;

tiembla ante el desnudo poder de la Verdad

y la fuerza y la dulzura de su Voz absoluta…”