“…En la remota calma de su alma,

intenso, concentrado, monolítico, solo,

paciente se asentó cual encarnada esperanza

inmóvil en un pedestal de plegaria.

Pretendía una fuerza que todavía no existía sobre la tierra,

la ayuda de un Poder demasiado grande para la voluntad mortal,

la luz de una Verdad ahora solo vista de lejos,

una sanción desde su alto Origen omnipotente…”