Libro 3. Canto 3. Seccion 6
“…En el centro de su vasto y decisivo trance
a medio camino entre su yo libre y su caído yo,
intercediendo entre el día de Dios y la noche mortal,
aceptando la adoración como su única ley,
aceptando el gozo como única causa de las cosas,
renunciando a la austera alegría que nadie puede compartir,
renunciando a la calma que vive por la calma sólo,
se volvía hacia aquella por quien quería existir…”