«La concepción del Divino en tanto que Poder exterior omnipotente que ha «creado» el mundo y lo gobierna como monarca absoluto y arbitrario, no ha sido jamás la mía; contradice demasiado mi visión y mi experiencia desde hace treinta años de sadhana. Contra esa concepción se levanta la objeción atea -pero el ateísmo en Europa ha sido una reacción poco profunda y sobre todo infantil con sus nociones populares insuficientes y burdamente dogmáticas-. Pero cuando yo hablo de la Voluntad divina, lo entiendo como algo diferente: algo que ha descendido aquí a un mundo de ignorancia en evolución, y que se mantiene detrás de las cosas, ejerciendo presión sobre la Oscuridad con su Luz, conduciendo las cosas hacia lo mejor posible para ese momento, en las condiciones de un mundo de ignorancia, y finalmente preparándolas al descenso de un poder divino mayor, que no será una omnipotencia atenuada y condicionada por las leyes del mundo tal y como es, sino en plena acción y que, por lo tanto, traerá el reino de la luz, de la paz, de la armonía, de la alegría, del amor, de la belleza y de la Ananda, puesto que tal es la naturaleza divina. La gracia divina está aquí, dispuesta a actuar a cada instante, pero se manifiesta a medida que crecemos y pasamos de la Ley de la Ignorancia a la Ley de la Luz, y no actúa como un capricho arbitrario, por muy milagrosa que parezca según la intervención, sino como una ayuda para ese crecimiento y una Luz que conduce y finalmente libera.. Si tomamos los hechos del mundo tal y como son y los hechos de la experiencia espiritual- y ni los unos ni los otros pueden ser negados ni descuidados-, no veo que otro Divino puede haber. este Divino puede con frecuencia conducirnos a través de la oscuridad, porque la oscuridad está aquí en nosotros y a nuestro alrededor, pero El conduce hacia la Luz y hacia ninguna otra cosa.»

Sri Aurobindo. Cartas sobre el Yoga, XXII.174 en Agenda de Madre, tomo 11. p319