“…Pues yo, mujer, soy la fuerza de Dios,

él la delegada alma del Eterno en el hombre.

Mi voluntad es más grande que tu ley. Oh Muerte;

mi amor es más fuerte que las cadenas del destino:

nuestro amor es el celestial sello del Supremo.

Yo protejo ese sello contra tus lacerantes manos.

El Amor no debe cesar de vivir sobre la tierra,

pues el Amor es el vibrante vínculo entre la tierra y el cielo,

el Amor es aquí el ángel del lejano Trascendente;

el Amor es la garantía del derecho que el hombre ostenta sobre lo Absoluto…”