Libro 12. Seccion 1ii
“…Una reina celestial consintiendo a su deseo,
ella ciñó sus pies por el santuario de su cabello
envueltos en aterciopelado manto de amor,
y respondió suavemente cual murmullante laúd:
“Ahora todo ha cambiado, aun siendo todo lo mismo.
Sabes, hemos contemplado la faz de Dios,
nuestra vida se ha abierto a la divinidad.
Nos hemos identificado con el Supremo
y conocido su significado en nuestras vidas mortales…”