“…Una cantarina risa argentina de campanillas tobilleras

recorría las sendas de un solitario corazón;

su danza solazaba una eterna soledad:

una antigua dulzura olvidada llegaba entre sollozos.

El Alma silenciosa de todo el universo estaba allí:

vivía un Ser, una Presencia y un Poder

una única Persona que era ella misma y todo

y preservaba los dulces y peligrosos latidos de la Naturaleza

transfigurados en pálpitos divinos y puros…”