“…Según veía una mente interior, así estaba configurada la vida:

pasaba de pensamiento en pensamiento, de fase en fase,

torturada por sus propios poderes o ufana y dichosa,

ahora dueña de sí misma, ahora juguete y esclava.

Una inmensa inconsecuencia era la ley de su acción

como si toda posibilidad debiera ser agotada,

y la angustia y el gozo fueran juegos del corazón…”