“…Desde la grisura de un sombrío trasfondo

llegan sus murmullos, una fuerza inarticulada,

despiertan en la mente el eco de un pensamiento o de una palabra,

al impulso de su aguijón atraen la sanción del corazón,

y en esa pequeña Naturaleza hacen su trabajo

y producen el desasosiego de sus fuerzas y criaturas…

También aquí esos diosecillos manejan nuestros humanos corazones…”