“…Una mente absuelta de la vida, serenada para conocer,

un corazón divorciado de la ceguera y del dolor,

del sello de las lágrimas, del yugo de la ignorancia,

se volvió para descubrir la causa del fracaso de este extenso mundo.

Apartó la mirada de la faz visible de la Naturaleza

y la dirigió al interior de la invisible Inmensidad,

el formidable Infinito desconocido,

dormido más allá de la interminable espiral de las cosas,

que contiene al universo en sus atemporales extensiones

y del que las ondas de sus ser son nuestras vidas…”