“Los caminos del mundo se abrían ante Savitri.

Mas conforme se desplazaba a través de la cambiante tierra

una consciencia más profunda brotaba en ella:

ciudadana de numerosos escenarios y climas,

de cada suelo y de cada país había hecho su hogar,

Aldehuela y ciudad contemplaban el predestinado carruaje,

hogares de vidas inclinadas sobre el suelo que aran

para sustento de sus breves y pasajeros días…

Dejando atrás las agobiadas horas de esta criatura pensante

se dirigía ahora a libres y despreocupados espacios

todavía no perturbados por humanas alegrías y temores.

Aquí se conservaba la infancia de la primitiva tierra,

aquí atemporales meditaciones extensas y gozosas y calladas

que el hombre se había abstenido hasta ahora de llenar de preocupaciones…”