Libro 5. Canto 2. Seccion 1
“…Una mirada decide nuestro desequilibrado destino.
Así, en la hora que a ella más le concernía,
paseante distraída por la lenta mente de superficie,
la descuidada exploradora bajo sus atentos párpados
admiraba indiferente la belleza y no se preocupaba
de despertar el espíritu de su cuerpo a su rey.
Así pudiera ella haber pasado sobre las ignorantes vías de la suerte
desperdiciando la llamada del cielo, desperdiciando el propósito de la vida,
pero el dios tocó a tiempo su alma consciente.
Su visión se fijó, captó y todo experimentó un cambio…”