“…El corazón del mal debe quedar desnudo a sus ojos,

debe aprender su cósmica oscura necesidad,

su derecho y sus terribles raíces en el suelo de la Naturaleza.

A la Luz eterna debe emerger

sobre las fronteras del encuentro de todos los mundos;

allí, en el límite de las sendas cimeras de la Naturaleza

la secreta Ley de cada cosa es consumada,

todos los contrarios curan su prolongada disidencia.

Allí se encuentran y se abrazan los eternos opuestos,

allí el dolor se convierte en violenta ardiente felicidad;

el mal vuelve a convertirse en su original bien…”