“…en cierta ocasión, sentada en profunda feliz ensoñación,

todavía estremecida por el fuerte abrazo de su amor,

su dicha un puente entre la tierra y el cielo,

un abismo se abrió repentinamente bajo su corazón.

Un miedo basto, sin nombre arrastró sus nervios

como arrastra una bestia salvaje su presa agonizante;

parecía no existir guarida desde la cual saliera:

no era suyo, sino que escondía su invisible causa.

Luego de repente surgió su vasta y poderosa fuente…”