Libro 10. Canto 2. Seccion 1i
“Entonces resonó la calma voz inexorable:
…
¡Oh mente humana, vanamente torturas
la delicia de una hora para dilatarla a través del inmenso vacío
del infinito y colmar sus amorfas, desapasionadas profundidades,
persuadiendo al insensible Abismo
para que preste eternidad a las cosas perecederas,
y engañas a los frágiles movimientos de tu corazón
con la ficción de la inmortalidad de tu espíritu…!”