“Entonces resonó la calma voz inexorable:

¡Oh mente humana, vanamente torturas

la delicia de una hora para dilatarla a través del inmenso vacío

del infinito y colmar sus amorfas, desapasionadas profundidades,

persuadiendo al insensible Abismo

para que preste eternidad a las cosas perecederas,

y engañas a los frágiles movimientos de tu corazón

con la ficción de la inmortalidad de tu espíritu…!”