“…El día eterno de Dios la rodeaba

aparecían dominios de sempiterna luz

invadiendo toda la naturaleza con la alegría de lo Absoluto.

Su cuerpo se estremecía con el toque de la eternidad

su alma permanecía íntima a las fuentes del infinito.

Vivía en los finitos frentes de lo Infinito, nuevos

por siempre a una visión imperecedera…”