Libro 11. Canto 1. Seccion 1i
“…El día eterno de Dios la rodeaba
aparecían dominios de sempiterna luz
invadiendo toda la naturaleza con la alegría de lo Absoluto.
Su cuerpo se estremecía con el toque de la eternidad
su alma permanecía íntima a las fuentes del infinito.
Vivía en los finitos frentes de lo Infinito, nuevos
por siempre a una visión imperecedera…”