“…Una gloria y una suavidad de satisfecho deseo

amarraban al espíritu a dorados postes de gozo.

Eso no podía albergar la amplitud de un alma

que necesitaba todo el infinito como su casa.

Un recuerdo suave como la hierba y tenue como el sueño,

belleza y llamada en retroceso se hundían atrás

como un dulce sonido que se desvanece en la lejanía

de la larga ruta que asciende hacia la eternidad…”