“…Así trabajaba el Poder sobre el mundo que crecía;

su sutil oficio retuvo la llamarada plena,

cuidaba la infancia del alma y la amamantaba con ficciones

mucho más ricas en su dulce savia llena de néctar

nutriendo su inmadura divinidad

que la ración de paja seca del cultivo de la Razón,

su apretujado pasto de innumerables hechos,

alimento plebeyo en el cual todavía hoy prosperamos…”