“…Había allí una capital sin estado:

sin nadie que gobernara, sólo facciones en pugna.

Envuelta en sublimes declaraciones la intransigencia campaba a sus anchas

y el libertinaje andaba al acecho parloteando de ley y orden:

allí no había altar dedicado a la Libertad;

la verdadera libertad era aborrecida y perseguida:

la armonía y la tolerancia no se veían por ninguna parte;

cada grupo proclamaba su ley terrible e implacable…”