Libro 2. Canto 7. Seccion 4
“…Toda la naturaleza arrancada de su marco y de su base
era retorcida hasta una postura antinatural:
la repulsión estimulaba el inerte deseo;
la agonía era aderezada para el gozo como una rojiza comida especiada,
al aborrecimiento le fue confiado el trabajo del deseo
y la tortura adoptaba la forma de un abrazo;
un rirual de angustia consagraba la muerte;
la adoración se ofrecía al Antidivino…”