“…Su pecho era ahora una vacuidad sin vida,

una incapacidad para la fe y la esperanza

y la horrible convicción de un alma derrotada

Pero el resistía, acallado el vano terror, soportaba

los asfixiantes anillos de aqonía y de espanto;

entonces la paz regresó y la soberana mirada del alma.

con su desnudo espíritu afrontaba el desnudo infierno…”