Libro 7. Canto 3. Seccion 2
“…Un comedido espíritu vigilante gobernaba la vida:
sus actos eran herramientas de reflexivo pensamiento,
demasiado fríos como para inflamarse e inflamar al mundo,
…
no un espontáneo reflejo del yo, un indicio del ser y sus talantes,
no un vuelo del consciente espíritu, un sacramento
de comunión de la vida con el silente Supremo
o su puro movimiento sobre el camino de lo Eterno…”