Libro 7. Canto 3. Seccion 3
“Era un tranquilo ámbito de mente anquilosada,
aquí ni la vida ni la voz de la pasión eran ya todo;
el grito del sentido se había difuminado en el silencio.
No había alma ni espíritu sino la mente sola
que proclamaba ser el espíritu y el alma.
El espíritu se veía a sí mismo como una forma de la mente,
perdido él mismo entre la gloria del pensamiento,
una luz que no dejaba ver el sol…”