“…”Savitri, Savitri, oh Savitri,

reclínate, alma mía y bésame mientras muero”

Y mientras sus pálidos labios apretaban los de él,

estos desfallecieron, perdiendo la última dulzura de respuesta;

A su lado percibió una silenciosa sombra inmensa

que helaba el mediodía con la oscuridad a su espalda.

Un espantoso silencio había caído sobre el lugar,

no había grito de pájaros ni voz de animales…”