Libro 9. Canto 2. Seccion 1(1)
“…En el sofocante agobio de esa formidable Nada
la mente no podía pensar, ni el aliento respirar, el alma
carecía de recuerdo o de percepción de sí; parecía
un hueco abismo de estéril vaciedad,
…
No había nadie con ella en la espantosa Vastedad:
ya no veía al impreciso formidable dios,
sus ojos habían perdido a su luminoso Satyavan.
Mas no por eso desfallecía su espíritu…”